14 may 2012

El abanico, el complemento de moda con mucha historia

Cuando el calor aprieta, nunca puede faltar, el abanico es nuestro mejor y fiel acompañante para librarnos de las altas temperaturas

Su aparición se remonta desde tiempos inmemoriables; incluso desde antes de la aparición de Cristo. Egipcios, babilónicos, persas, griegos y romanos utilizaban este utilensilio como se refleja en sus obras, tanto pictóricas como en la literatura. Algunos, aparecidos en la civilización egipcia,eran de gran tamaño, fijos, con plumas y de largos mangos. Su finalidad no sólo era dar aire, sino que se utilizaban, sobre todo, para espantar a los insectos.

Los griegos los denominaron flabelos, y queda constancia de ello, en los escritos literarios. Eurípides durante su tragedia Helena (412 a.C) habla de un eunuco que abanicaba a la mujer de Menelao mientras dormía, para evitar que los insectos no la molestasen durante su sueño. Este uso se repitió a lo largo de la historia. El primer emperador del imperio romano César Augusto (63 a.C- 14 d.C) tenía varios esclavos que iban armados de grandes abanicos para mitigarle el calor y espantarle las moscas.

Después este utensilio se utilizó y se extendió como signo de belleza y moda entre las griegas. Se distinguían varios tipos: el miosoba para espantar a los insectos; el ripis para mover el aire, y el psigma para refrescarse.

La tradición del uso del abanico en China es milenaria; se remonta a los años del emperador Hsien Yuan en 2697 a.C. Cuenta la leyenda que su invención es debida a la hija del mandarín Kan-Si durante un baile de máscaras, cuando, debido al calor, ésta agitó rápidamente su antifaz para darse aire y para que los hombres no vieran su cara. Este gesto fue imitado por todas las mujeres que estaban presentes en la fiesta.

El nacimiento del abanico plegable nació en Japón. Cuenta la leyenda que en siglo VII lo creó un obrero japonés llamado Tamba inspirándose en las alas de los murciélagos, y denominó a este artilugio «komori» (murciélago en japonés). Después se utilizó en el teatro japonés, denominándose «Kabuki», donde se empezó a crear complejos movimientos de señas.

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